domingo, 28 de agosto de 2011

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO.

Por Rúber Burgos Alvis.

Quizás sea un desafío para los sentimientos introducirse en la máquina del tiempo para buscar recuerdos sin que nos asalte la nostalgia. Es algo inevitable.

Empecemos por decir que a mediados de los años sesenta, si no nos falla la memoria, Claudio Naranjo Flórez (Machalo), un gran visionario para los negocios, que llevaba la música por dentro, asociado a un grupo de empresarios naturales, trajeron por primera vez a Chinú, con el propósito de inaugurar la incipiente caseta popular “El Tamarindo” la agrupación musical “Antolín Lenes y su Combo Orense”, con fama a cuestas y ostentando Disco de Oro, por sus recientes éxitos La Tabaquera, Sonia, La Aventurera y otros, vocalizados prodigiosamente por Lucy González y Carmen Bedoya (invidentes); números éstos que serían internacionalizados poco después por Cheo García con el respaldo de la orquesta Billo’s Caracas Boys, de la hermana república de Venezuela. Este sería el punto de partida en materia de espectáculos bailables.

Se entraría posteriormente a competir en las festividades novembrinas con la caseta Palacé, de Carlos Sierra. A Sincelejo llegaría la Mataecaña, cuyo animador oficial era el inconfundible Sady Rojas. Era la época de apogeo de Alfredo Gutierrez, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Pello Torres, La Casino Tropical, Lisandro Meza, Calixto Ochoa, Los Corraleros de Majagual, Los Graduados del loco Gustavo Quintero, Aniceto Molina, Rubén Darío Salcedo, William Molina, Julio de la Ossa, y la Armonía San Rafael de Chinú, también recién premiada con Disco de Oro

II

A principios de 1971, en trance de empresarios novatos del espectáculo, constituiríamos con mi hermano Fredy, y el respaldo financiero del Club Gallístico – Caseta El Tamarindo, la firma, “Organización Hermanos Burgos Alvis”.

La Primera Feria Regional del Gallo Fino estuvo amenizada por Toño Fernández y Los Gaiteros de San Jacinto, los más auténticos juglares de las antiguas sabanas de Bolívar, quienes ya contaban en su haber con una gira realizada por la Unión Soviética y varios países europeos, con el Ballet Folklórico de Delia Zapata, en compañía de su hermano Manuel Zapata Olivella, médico, escritor y antropólogo de reconocido prestigio.

La fiesta patronal del 24 de octubre contó con la presencia de Aníbal Velásquez y su conjunto, la Banda Armonía San Rafael y el Negrito Enrique Díaz, el del Rico Cují, en piqueria improvisada con Rúgero Suárez.

Aníbal, “El Mago del Acordeón” como le llamara Luis Enrique Martínez, volvería nuevamente el 22 de noviembre de 1971, con su hermano José Velásquez (Cheíto); Juan Bautista Serrano (El Pato) en la batería; Fabriciana Meriño (Faby), única mujer interprete del acordeón en ese entonces, oriunda de El Molino, departamento del Cesár.

III

Más adelante, otros empresarios contratarían a Alfredo Gutiérrez, Los Betos, Los Hermanos Zuleta.

En 1974, Jairo Fuenmayor traería a Pedro García y Los Cañahuateros a la Caseta Vendaval, cuyo nombre fue tomado de una telenovela donde actuaba el samario Franky Linero, como Míster Strange, referente a los sucesos de la zona bananera, que copaba sintonía en ese entonces.

Creemos necesario contar estos antecedentes a las presentes generaciones, pues de cualquier manera fueron incidiendo en la dinámica social de nuestras costumbres y ambientando nuevas posibilidades, hasta llegar en 1984, con ocasión de los 450 años, a la fundación del Primer Encuentro de Acordeoneros y Compositores, que en este año 2002, consolidado como uno de los mejores festivales de Colombia, llega a su XIX versión, dedicada al Departamento de Córdoba en su 50 Aniversario.

Este año, el festival ha querido abrir un amplio espacio para hacerle un merecido reconocimiento a Aníbal Velásquez Hurtado y su conjunto, un artista y una agrupación que están metidos desde hace mucho tiempo en el corazón de los chinuanos, quienes con su abundante repertorio de canciones han divertido por más de 45 años a numerosos públicos del país y el exterior.

IV
EVOCACIONES.
A manera de ritual, hagamos un ejercicio de evocación: Han pasado más o menos seis lustros. Estaríamos cruzando el umbral de los 20 años. Era noviembre y había fiesta de toros en el pueblo. Eramos idealistas y románticos. Con la sensibilidad a flor de piel. Un tropel incontenible se desparramaba en los alrededores de la plaza. El cielo estaba diáfano y azul, sin embargo, se percibían brisas de lluvia. El sol brillante anunciaba un día seco. Apenas envidiable para la faena de la tarde. No obstante, el mayor interés de la gente se centraba en el programa nocturno en la caseta. No había por qué extrañarse. Volvía Aníbal Velásquez, que a decir verdad se convirtió desde su primera presentación en un ídolo indiscutible para los lugareños. Su dominio y el de Faby en la digitación del acordeón eran innegablemente magistrales; el Pato Serrano era un baterista endemoniado, la vocalización de Cheíto Velásquez y en fin, toda la armonía y la sincronía del grupo habían cautivado al público, contaban con verdaderos seguidores. La amplificación de sonido: una especialidad. Estrenaba su tan anunciada “Acordeón – Voz”, traída del país del sol naciente, con la última tecnología japonesa y un teclado electrónico, en un escenario excepcional: La Caseta “El Tamarindo” (instalaciones del actual Colegio Juan Jacobo Rousseau). El arribo, en horas del mediodía, de una buseta de lujo de Empresa La Costeña, hizo vibrar de contento a todo el mundo. Llegaba procedente de La Arenosa. El gentío se olvidó de los toros y siguió a los artistas hasta el Hotel y Restaurante Roma, el mejor del momento, de los sinceanos Héctor y Jairo Fuenmayor, parientes cercanos de Alfonso y José Félix, los del célebre Grupo “La Cueva” de Barranquilla, que acompañó a García Márquez en sus inicios de escritor. Como era de esperarse, por la noche la caseta se llenó a reventar. Las parejas apretujadas se transmitían la voz del corazón bajo el éxtasis hechizante del amor con su mejor repertorio de canciones. Entre ellas: Felicidad, Rondando Tu Esquina, Hace Tiempo, Navidad, Faltan Cinco Pa’ Las Doce, La Vieja Cachiporra, El Perro Zapato Blanco, Guaracha en España, El Turco Perro... y otras, que nos hipnotizaron hasta la madrugada del 23 de noviembre, fecha en que Faby se fue al cielo en un absurdo accidente acaecido en Loma de Piedra, sitio empinado, lleno de curvas peligrosas, muy cerca de Turbaco, llegando a Cartagena. Todavía nos está doliendo su partida...(!).
Chinú, octubre 21 de 2002.

Pie de foto
José Velásquez, Anibal D’ Luys Polo y Faby Meriño (q.e.p.d.) primera mujer acordeonista, oriunda de El Molino – Cesár. Hacía parte de la agrupación de Aníbal Velásquez. Faby pereció el 23 de noviembre de 1971en un absurdo accidente.

De derecha a izquierda, Aníbal Velásquez, en pleno apogeo de su carrera artística, 1971. acompañado de Enrique Díaz, quien sostuvo una larga piquería con Rúgero Suárez. Fredy y Rúber, empresarios de la organización Hermanos Burgos Alvis. Tarima Caseta el Tamarindo.


De izquierda a derecha, Faby Meriño y Amparo Quiceno en un debut especial en la presentación de Aníbal Velásquez. 1971.


El magistral Toño Fernández, Mañe Serpa, Juan Lara y Catalino Parra,Nicolás Hernández, integrantes de Los Gaiteros de San Jacinto, amenizando la primera concentración gallística en el Club El Tamarindo de Chinú, en compañía del empresario de espectáculos Rúber Burgos Alvis. 1971.

Banda Armonía San Rafael de Chinú 1952. De pie: Héctor Bettín, Guillermo Vélez, Antonio Mendoza, Gregorio Arnedo, Pedro Arrieta, Miguel A. Moscote. Sentados: Guillermo Arcón, Rafael Nassiff (Zaléh), Leovigildo Díaz, Manuel (mane) Naranjo, José Simanca y Miguel Simón Naranjo (yaye). Esta banda fue partícipe de todas las presentaciones, alternando con todos los conjuntos que arribaban a Chinú, entre ellos Aníbal Velásquez, Alfredo Gutiérrez, entre otros. Alcanzaron disco de oro Phillips. Foto reproducida por Néstor Callejas Vega. Foto Estudio Centro.

El anterior material gráfico fue cedido por Rúber Búrgos Alvis.

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