viernes, 8 de noviembre de 2019

DETRÁS DEL ROSTRO: PREMIO ESSO 1962 UNA NOVELA DESCONOCIDA DE MANUEL ZAPATA OLIVELLA - Publicada en el diario EL HERALDO - Barranquilla, Domingo 9 de abril de 1989


“Detrás del rostro”, premio Esso 1962
UNA NOVELA DESCONOCIDA DE MANUEL ZAPATA OLIVELLA

Por RÚBER BURGOS ALVIS
Grupo Takasuán-Chinú




“Si se dejara a los psicoanalistas aplicar la ley para aceptar una sociedad justa y equitativa, tendrían que castrar a la totalidad de los seres humanos o dejarla corrompida, viciada de exageraciones sexuales (…)  Mi Freud son los códigos…” .

Esta expresión despectiva de un juez ortodoxo, despótico y extremadamente conservador, encargado de administrar justicia en un reformatorio, es contrapuesta al doctor Jáuregui, un psicoanalista del Departamento de Psiquiatría del mismo establecimiento, cuando éste último, con tesis novedosas, pretende demostrarle que: “Reacondicionar sus mentes (las de los menores) no es obra de media hora ni  de un año, si no que se necesita, señor juez, el esfuerzo conjunto del psicoanalista, del hogar, de la sociedad, para reajustar esa personalidad salida de madre, acondicionándola a una vida de productividad social”.

II

El doctor Jáuregui es el personaje alrededor del cual gira y se desenvuelve el argumento de la novela “Detrás del rostro” , Premio Literario Esso 1962, del escritor costeño Manuel Zapata Olivella; un “incunable” casi desconocido que tuve la suerte de tropezar y desempolvar en una vieja estantería de la Casa de la Cultura de Chinú, y que no figura en la lista de las obras escritas y publicadas por el autor, lo cual resulta bastante curioso.

Es un texto de ciento sesenta páginas, impreso en España por  Gráficas Orbe, con el auspicio de Esso Colombiana S.A., y Ediciones Aguilar-Madrid, 1963.

Indudablemente, el doctor Jáuregui - el psicoanalista de la novea-  es el mismo Zapata Olivella. A través de este personaje, el escritor, nacido en Lorica (Córdoba), el 17 de marzo de 1920, transmite sus propias experiencias al lector.

Experiencia vivida en sus primeros años de médico recién egresado de la Facultad, pues, husmeando un poco en su biografía encontramos que en el año de 1948 se desempeñó como practicante residente en el Hospital Psiquiátrico de Mujeres, en Bogotá.

Más, si observamos que la obra referenciada tiene un trasfondo psicológico, como ya viene dicho, permitiéndose demostrar en ella cierto dominio de las técnicas Freudianas del psicoanálisis, sin ocultar que llegó no sólo a manejarlas, sino que terminó apasionándose con estos métodos modernos y revolucionarios para la época y el país.

Se nota, sin mucha dificultad, al avanzar en su lectura, el espíritu crítico del autor, su estilo cáustico ante la realidad social, a la cual no le hace concesiones; reflejándose de cuerpo entero el investigador, el sociólogo, el antropólogo, el médico que es, sin lugar a dudas; todo lo cual se debe a una gran dedicación y consagración de su parte, para no errar o errar poco en los temas abordados, en la precisión de sus diagnósticos y en los tratamientos acertados.

Estamos en verdad, frente a una novela corta, que no por ello deja de encerrar un gran dramatismo que la encuadra en el género de la novela urbana, cuyo espacio y tiempo están enmarcados en la angustiosa Bogotá de los años de la violencia política recrudecida con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948.

La trama empieza a desarrollarse un día en que el doctor Jáuregui al tomar el periódico que estaba sobre la cama miró en  la primera página una fotografía de un  “gamín” o “pelafustán”,  como tímida y desdeñosamente llaman a un niño, a “una vida promisoria frustrada” , que yacía tirado en la calle, haraposo, con un proyectil incrustado en la cabeza, a quien, después de lavarle en el hospital su cara de ángel sucio, le permanecían costrosos los orificios de la nariz y el caracol de las orejas.

Luego en su fichero de control buscó desesperadamente un nombre entre las 3000 historias médicas de sus examinados en la Alcaidía de Menores, sin que lograra identificar al muchacho de la fotografía.

Casi imperceptiblemente se va introduciendo en un laberinto, en una selva enmarañada, intrincada, al interesarse por el caso, que le causó más de un desvelo.

El mérito de la novela,  con tratamiento de ensayo científico en su mayor parte, encubierto con la modalidad del relato, radica en la forma de tocar diferentes aspectos, tales como la violencia, la deshumanización de la justicia, del mismo ejercicio de la medicina, peros sobre todo, muy especialmente, la “delincuencia juvenil” y la manera de enfrentar, por no decir esquivar este problema de índole social, ante el cual,  el Estado y la sociedad son inferiores a la responsabilidad que les corresponde asumir, debido a las grandes fallas estructurales en todos los niveles.

Es impresionante la vigencia que mantiene, pues, el enfoque dado está a tono con la actualidad y lo estará mucho más allá del año 2000 de persisitir las circunstancias conocidas.

Los personajes, además del médico psicoanalista, son: Etanislao, Jesús o Gil, que son varios de los supuestos nombres del gamín que alguna vez cayó en las garras de un peligroso traficante de marihuana, y que simboliza uno cualquiera o a  todos los millares de niños desamparados que deambulan en las céntricas calles de populosas capitales o en cualquier parte de las tantas poblaciones y ciudades de este subdesarrollado tercer mundo. Octavio, Susana y Otilia, sus padres adoptivos y hermana de crianza, con quien al parecer tuvo relaciones incestuosas que le obligaron a escapar de la casa. Ana Peñaranda, una solterona creyente con frustración maternal, privada de afectos familiares. El cura que pretende explicar los desajustes sociales con disquisiciones teológicas. Un juez tirano que rechaza las posibilidades del psicoanálisis que, según él, pretende explicar todas las conductas por el sexo y el inconsciente, sin ponerse de acuerdo sobre la materia; y que descarga en el legislador la culpa de su sadismo al aplicar la ley, tratando de justificarse con los “benefactores de la niñez” que lloran y suplican limosnas para construir un albergue de huérfanos desamparados, y cuando tienen su edificio, sus donaciones particulares y oficiales, entonces se olvidan de su caridad y cierran las puertas a cada niño, que según sus frías operaciones de aritmética, llega a disminuir sus dividendos. 

Solanito o “El Perro”,  que representa al guardián deshumanizado que desarrolla un olfato de sabueso y se comporta más como un inquisidor para complementar así una “justicia neurótica” , anticientífica y equivocada. Un perro de familia llamado “Otelo” , igual que uno de los personajes de una obra teatral del dramaturgo inglés William Shakespeare. Y, en fin…
Mejor consiga el libro y léalo.

Chinú, enero 31 de 1989.

Publicada en El Heraldo, Barranquilla, Domingo 9 de abril de 1989

jueves, 17 de octubre de 2019

PROHIBIDO AMARSE EN CUARESMA Por Rúber Burgos Alvis - Publicado en el diario El Universal, Cartagena, jueves 31 de marzo de 1988. El Meridiano de Córdoba, Montería, domingo 5 de abril de 1998.

Mitos de Semana Santa
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PROHIBIDO AMARSE EN CUARESMA
Por Rúber Burgos Alvis

Para fines de marzo ya rueda la hojarasca. La brisa corre veloz sobre la piel, los techos, la arena y la sabana. Se siente su caricia suave y fresca. Esta costa bullanguera, tropical y alegre está en pleno verano. Un agradable rumor de música caribe parece soltarse de árboles y palmeras cuando los mece el viento. El batir de las hojas suena como maracas.

Por las mañanas, un sol de pestañas largas y miradas radiantes nos penetra en el alma reconfortando el cuerpo. Sus rayos dorados y rojizos lastiman la densidad de la bruma blancuzca, obligándola a despejar el día. Diluyéndola con su resplandor de oro y coral.

Un manto de mariposas amarillas parece haberse escapado de “Cien Años de Soledad”.

Las cocineras y los chupahuevos cruzan en rápido vuelo casi a ras de tierra.

Han florecido los robles y los cañahuates. También los matarratones, clemones y abetos. Según el aforismo: “Cuando florece el matarratón las mujeres se alborotan.

En este ambiente bucólico se enmarca la cuaresma del pueblo, que para mí siempre ha tenido un cierto toque de misterio y de superstición.

En los montes,  que se tornan tristes por estos días, los yolofos, canarios y bajeros, con el resonar de sus alas sobre los arrozales y el chillido zumbón de las chicharras nos llenan de nostalgia.


Al avanzar las horas, el humo de las quemas vuelve a enturbiar el cielo. Algunas nubes como motitas de algodón salpicado pronostican las lluvias de abril. El azul intenso y diáfano se empaña como un espejo con el vapor del aliento.

Cuando cae la tarde, el cuarto creciente de la luna con sus cuernos de punta, se transparenta a través de los celajes color pardo cenizo que surcan el espacio.

Irremediablemente nos transportamos a los años de infancia.

Cuando niños, el Viernes Santo, a las 12 en punto del mediodía, caminando en puntillas y en absoluto silencio, veíamos que del tronco del limón del patio estallaban unos botones casi al reventar, de los cuales sacábamos con la punta de un cuchillo o de una navaja, unas bolitas que llamábamos “higas”, que después servían de amuleto a los recién nacidos para protegerlos del “mal de ojo”.

Recuerdo que se nos atemorizaba con el diablo, que según los mayores, permanecía escondido detrás de las puertas, debajo de las camas y en los rincones de la casa y del patio, durante la cuaresma. Existía la creencia de que al ordeñar, en vez de leche, la vaca daba sangre. Pegarle al hermano menor era como pegarle a Jesucristo. No se podía cortar leña, pues se cortaba al Señor.

Era prohibido hacer el amor el Viernes Santo… !

Pareja que se arriesgara corría el peligro de quedar unida por la verija por el resto de su vida.

De allí la curiosidad incontenible, ya adolescente, de mirar la película: “Las Pirañas Aman en  Cuaresma”  , cuyas imágenes y escenas nunca se borrarán de mi memoria; además de haberme ayudado a romper con el mito.



Período de abstinencia

A más de la abstinencia sexual, en Semana Santa se prohíbe comer carne de cerdo y de res. Se permiten sustitutos como el bagre, que a veces lo confunden con babilla; la hicotea,  guisada o en garapacho; mote de palmito amargo; de fríjol; de queso o de guandul; ensalada de palmito dulce.

En cualquier casa que se visite en esta época brindan chicha de corozo, de maíz, agua de masa, conserva o calandraca (el mongo-mongo de los monterianos, dulce de papaya, de guayaba, de ñame o de coco rallado.

Por fortuna, acompañado de buena música, pues, antes sólo se permitía escuchar música clásica, que causaba modorra.

Toda esta gastronomía, en su mayor parte, se prepara y mantiene en ollas, moyos y tinajas de barro cocido, cuya técnica artesanal, legada por nuestros antepasados indígenas recibe el nombre de Cerámica, la cual se trabaja en Chinú, con muy buena calidad.

La Iglesia se encarga de la parte religiosa, con celebraciones litúrgicas (Marzo 27-Abril 3-88), que rememoran la Vida, Pasión y Muerte de Jesús, llamado también el Galileo.

Los chinuanos, no podremos ver esta vez en el cine, en copia nueva, “El Mártir del Calvario”, por hallarse cerrado indefinidamente el Teatro Diana, única sala de proyecciones que existe en el lugar.

Publicado en el diario El Universal, Cartagena, jueves 31 de marzo de 1988.
 El Meridiano de Córdoba, Montería, domingo 5 de abril de 1998.

domingo, 6 de octubre de 2019

ABELARDITO VS. GERMANCITO - Por Rúber Burgos Alvis - Columna de Orientación política publicada en el diario EL UNIVERSAL de Cartagena el 25 de Enero de 1988.


ABELARDITO VS. GERMANCITO
Por Rúber Burgos Alvis




“Soy del mismo barrio/ de la misma calle/ porque tanto orgullo/ si de allí eres tú/ soy de gente noble/ cuál es tu murmullo…”

Este versito inicial de una vieja canción caribeña, que alguna vez interpretara Aníbal Velásquez en ritmo de pasebol, parece encajar perfectamente en el episodio de una rivalidad sana, algo infantil y un poco inconsciente, tal vez, que ha surgido entre dos figuras jóvenes de la política cordobesa, que aspiran como buenos primíparos hacer carrera y consolidar cada uno de ellos su propio sector, hasta convertirse en dos emplumados caciques, el uno apoyado en su audacia; el otro en las huestes legadas por su papi.

La cosquillita se remonta a aquellos días tormentosos para la patria, cercanos al 9 de abril de 1948, cuando dos tiernos angelitos nacieron en sendos hogares de clase media ascendente, en un villorrio situado en las antiguas sabanas de Bolívar, llamado Sahagún, donde abundan las arenas rojas y los rostros pálidos.

Desde sus primeros reflejos y movimientos, por ser vecinos, los dos graciosos chiquillos se peleaban por los cascabelitos colgados en sus bellas cunitas y se tiraban las suaves almohaditas con aplicaciones de terciopelo. Tiempos aquellos!.

En cuanto iban creciendo se disputaban los trompos, las cometas y los carritos de juguete, porque “el tuyo es más bonito”. Qué parvulitos tan traviesos y tan adorables exclamaban orgullosamente sus abuelitas.

De adolescentes reñían por las mismas novias en las fiestas del club.

Con el correr de los años, ya finalizados sus estudios universitarios de Jurisprudencia y Ciencias Políticas, cada quien por su lado inicia su vertiginosa e incansable competencia sin treguas.

Escalan posiciones estatales medianamente altas, se lanzan a corporaciones colegiadas y dictan charlas y conferencias hasta en los cumpleaños y festejos de grados.

Ayer, Abelardito de la Espriella Juris propuso la creación de un nuevo Frente Político en Córdoba, denominado Frente Amplio Liberal (FAL), con planteamientos  “revolucionarios” para buscar el remozamiento y “relevo generacional” de la clase política del departamento.

Hoy, Germán Alberto Bula Escobar, hijo del exministro Bula Hoyos, hizo el lanzamiento oficial de su propia colectividad, por él denominada Movimiento Liberal Social Demócrata, a cuyo evento asistieron nuevos líderes y antiguos capitanes, tenientes, sargentos, cabos y soldados rasos que por más de 20 años vienen militando con su padre, y que lógicamente para ayudar al muchachito, éste empezaría a heredar; de la misma manera que las servidumbres coloniales pasaban de una generación a otra, sometidas a perpetuidad y como en las monarquías en las que los vasallos servirán al príncipe.


                                                 -o-
Entre sus postulados señala la necesidad de “cambiar las costumbres políticas” erradicando el ventajismo, la corrupción, la politiquería, el clientelismo, la represión sobre la actividad política de corte independiente y… ¡pare de contar¡.

Demagogia o voluntarismo dirigido a la edificación de una nueva sociedad ideal, estilo Socialismo Utópico.

Si es esto último, permítanme recordarles un pasaje anecdótico del filósofo Henri de Saint Simon, socialista utópico francés de origen noble, que habiendo recibido una instrucción perfecta, de muy joven soñaba con grandes hazañas y había ordenado a su lacayo que le despertase cada mañana con las siguientes palabras: “señor Conde, levántese usted, que son muchas y grandes las cosas que tiene usted que realizar”.

Y sepan amigos lectores que no es este el único caso de este tipo que se da en el departamento.

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Columna de Orientación política publicada en el diario ELUNIVERSAL de Cartagena el 25 de Enero de 1988.