jueves, 30 de mayo de 2019

POLA BECTÉ-COMENTO DE UN PORRO JUGLARESCO:LIBRO DE MANUEL HUERTAS VERGARA-RESEÑA EN EL UNIVERSAL DOMINICAL, CARTAGENA, DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE DE 1989



POLA BERTÉ: LIBRO DE MANUEL HUERTAS VERGARA

Por Rúber Burgos Alvis

“Del corazón de la tierra sabanera brotó un día Pola Berté. Mujer de la otra era según los viejos. Mujer de siempre según los nuevos…”

Con el párrafo anterior, Julio Sierra Domínguez, profesor asociado de la Universidad de Sucre, inicia la presentación del libro “Pola Berté-comento de un porro juglaresco”, de la autoría de Manuel Huertas Vergara, un arquitecto que ha consagrado gran parte de su vida a las investigaciones folclóricas más que a su profesión y adelantado un interesante trabajo en favor del rescate de la identidad cultural de la “geoetnia sabanera”.

“Con Pola empieza la historia de un porro juglaresco envuelto en una mujer de tez clara, rostro agitanado y ojos pardos, según cuentan las fuentes que nutren páginas de vida hechas folclor…” –sigue diciendo Sierra Domínguez--.

Cabe citar aquí  que: “Folclor es la tradición cultural, popular, típica, viva de un pueblo”, conforme a la definición planteada por Guillermo Abadía Morales, que retoma y ratifica Guillermo Valencia Salgado (El Gran Goyo) en su obra “Córdoba, su Gente,  su Folclor”.

Incuestionablemente, Pola Becté (preferible a Berté, por razones de idiosincrasia) es un símbolo del más auténtico flolclor de la sabana, que va indisolublemente ligado a la tradición popular de la región y a las célebres corralejas del 20 de Enero.

Es el equivalente de la María Barilla de los cordobeses. Es la María Barilla de los sincelejanos. Ambas dieron nombre a un porro juglaresco, con sabor a fiesta, con sabor a vida. El de María Barilla es el himno folclórico del Departamento de Córdoba.

María Barilla cimbreó sus hermosas y vibrantes caderas de hembra brava en las corralejas del 20 de Enero en Montería y en las fiestas bravas del Sinú. Pola Becté enloqueció por completo a sus admiradores y estremeció la moral de los pacatos de la placita de Mochila en Sincelejo y las multitudes de las corralejas sabaneras, con el movimiento zaramullo de su cuerpo en celo.

Obsérvese la forma como describe Huertas Vergara a Pola Becté, seguramente apoyándose en fuentes orales: “Una mujer de tez clara,  rostro agitanado y ojos pardos que bailaba de alegría… pisando menudito en la arena del patio… jadeando su talle quebrado y abriendo en abanico aquella mata de pelo azabache que le caía como atarraya hasta sus caderas”.

Otras fuentes sostienen que María Barilla “era flaca y de mediana estatura, pero elegante y vistosa… pelo negro ondulado, largo hasta la cintura”.

Y Florentina Solera Fuentes, una anciana centenaria, en entrevista concedida a Blanca Stella Brunal para El Universal, describía a María Barilla como “una china blanca, muy bonita, pelo largo, que hasta porro le sacaron”.

Se dice que de las bailadoras de fandango de la época “sólo tres llegaron a la altura técnica de María Barilla: Ofelia Suárez, Pabla Romero y Pola Berté”.

En todo caso, mito, leyenda o fabulación en que se hayan convertido con el correr del tiempo, su existencia es real. Y esa realidad matizada es tratada por Manuel Huertas en su libro con una técnica paralela. Algo así como una historia doble. Historia de la sabana y el Sinú y la memoria oral de un personaje de corralejas y fandangos de principios de siglo que le dio nombre a un porro y se convirtió en símbolo del folclor sabanero; aprovechando la narración novelada para acercarnos a unos hechos histórico-políticos de importancia en la región, en la que existe una simbiosis cultural que rompe con las líneas divisorias, imaginarias y convencionales de los mapas, aproximando, más que separando, toda una gama de elementos comunes.

Pola Becté

En cuanto al personaje en sí, yo diría que más que su historia, es una biografía de su nostalgia. El recuento de la  vida de un mito que tuvo su apogeo y su decadencia: Hipólita Berté. Una mujer que murió al fin, un día de junio de 1937 cuando ya no sabía qué ni quién era, “si porro, mujer o leyenda”.

Sin duda alguna, Pola fue una mujer de útero caliente y espíritu alegre, que sin embargo,  al parecer, tuvo su ética profesional: pocos maridos de planta y libertad de escogencia, lo cual se deduce de la  escueta contestación dada a su hermana Carmen algún día en que trató de aconsejarla: “No creas que soy como dicen, ni lo aflojo tan fácilmente… “

Pero,  -cosas de este perro mundo- como sucede con casi todos los personajes de esta clase, María Barilla finalizó su vida lavando y planchando ajeno y murió de tuberculosis. Pola terminó sus días en la miseria y murió de hambre, tratando de explicarse su soledad con la superstición, aunque… a pesar de todo, con el ánimo suficiente para pedir que la enterraran con bandas, acordeones y gaitas, tocándole su porro. Ese que dice: Pola Becté/  Pola Becté/ La fama te la quité…/


Publicado en El Universal Dominical,  Cartagena,  domingo 26 de noviembre de 1989.