jueves, 17 de octubre de 2019

PROHIBIDO AMARSE EN CUARESMA Por Rúber Burgos Alvis - Publicado en el diario El Universal, Cartagena, jueves 31 de marzo de 1988. El Meridiano de Córdoba, Montería, domingo 5 de abril de 1998.

Mitos de Semana Santa
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PROHIBIDO AMARSE EN CUARESMA
Por Rúber Burgos Alvis

Para fines de marzo ya rueda la hojarasca. La brisa corre veloz sobre la piel, los techos, la arena y la sabana. Se siente su caricia suave y fresca. Esta costa bullanguera, tropical y alegre está en pleno verano. Un agradable rumor de música caribe parece soltarse de árboles y palmeras cuando los mece el viento. El batir de las hojas suena como maracas.

Por las mañanas, un sol de pestañas largas y miradas radiantes nos penetra en el alma reconfortando el cuerpo. Sus rayos dorados y rojizos lastiman la densidad de la bruma blancuzca, obligándola a despejar el día. Diluyéndola con su resplandor de oro y coral.

Un manto de mariposas amarillas parece haberse escapado de “Cien Años de Soledad”.

Las cocineras y los chupahuevos cruzan en rápido vuelo casi a ras de tierra.

Han florecido los robles y los cañahuates. También los matarratones, clemones y abetos. Según el aforismo: “Cuando florece el matarratón las mujeres se alborotan.

En este ambiente bucólico se enmarca la cuaresma del pueblo, que para mí siempre ha tenido un cierto toque de misterio y de superstición.

En los montes,  que se tornan tristes por estos días, los yolofos, canarios y bajeros, con el resonar de sus alas sobre los arrozales y el chillido zumbón de las chicharras nos llenan de nostalgia.


Al avanzar las horas, el humo de las quemas vuelve a enturbiar el cielo. Algunas nubes como motitas de algodón salpicado pronostican las lluvias de abril. El azul intenso y diáfano se empaña como un espejo con el vapor del aliento.

Cuando cae la tarde, el cuarto creciente de la luna con sus cuernos de punta, se transparenta a través de los celajes color pardo cenizo que surcan el espacio.

Irremediablemente nos transportamos a los años de infancia.

Cuando niños, el Viernes Santo, a las 12 en punto del mediodía, caminando en puntillas y en absoluto silencio, veíamos que del tronco del limón del patio estallaban unos botones casi al reventar, de los cuales sacábamos con la punta de un cuchillo o de una navaja, unas bolitas que llamábamos “higas”, que después servían de amuleto a los recién nacidos para protegerlos del “mal de ojo”.

Recuerdo que se nos atemorizaba con el diablo, que según los mayores, permanecía escondido detrás de las puertas, debajo de las camas y en los rincones de la casa y del patio, durante la cuaresma. Existía la creencia de que al ordeñar, en vez de leche, la vaca daba sangre. Pegarle al hermano menor era como pegarle a Jesucristo. No se podía cortar leña, pues se cortaba al Señor.

Era prohibido hacer el amor el Viernes Santo… !

Pareja que se arriesgara corría el peligro de quedar unida por la verija por el resto de su vida.

De allí la curiosidad incontenible, ya adolescente, de mirar la película: “Las Pirañas Aman en  Cuaresma”  , cuyas imágenes y escenas nunca se borrarán de mi memoria; además de haberme ayudado a romper con el mito.



Período de abstinencia

A más de la abstinencia sexual, en Semana Santa se prohíbe comer carne de cerdo y de res. Se permiten sustitutos como el bagre, que a veces lo confunden con babilla; la hicotea,  guisada o en garapacho; mote de palmito amargo; de fríjol; de queso o de guandul; ensalada de palmito dulce.

En cualquier casa que se visite en esta época brindan chicha de corozo, de maíz, agua de masa, conserva o calandraca (el mongo-mongo de los monterianos, dulce de papaya, de guayaba, de ñame o de coco rallado.

Por fortuna, acompañado de buena música, pues, antes sólo se permitía escuchar música clásica, que causaba modorra.

Toda esta gastronomía, en su mayor parte, se prepara y mantiene en ollas, moyos y tinajas de barro cocido, cuya técnica artesanal, legada por nuestros antepasados indígenas recibe el nombre de Cerámica, la cual se trabaja en Chinú, con muy buena calidad.

La Iglesia se encarga de la parte religiosa, con celebraciones litúrgicas (Marzo 27-Abril 3-88), que rememoran la Vida, Pasión y Muerte de Jesús, llamado también el Galileo.

Los chinuanos, no podremos ver esta vez en el cine, en copia nueva, “El Mártir del Calvario”, por hallarse cerrado indefinidamente el Teatro Diana, única sala de proyecciones que existe en el lugar.

Publicado en el diario El Universal, Cartagena, jueves 31 de marzo de 1988.
 El Meridiano de Córdoba, Montería, domingo 5 de abril de 1998.

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