domingo, 25 de septiembre de 2011

"UN GATO EN EL ACUARIO" : NOVELA DETECTIVESCA

“UN GATO EN EL ACUARIO” NOVELA DETECTIVESCA.
Por Rúber Burgos Alvis.

“Ha llegado el tiempo en el que todos los poetas tienen el derecho y el deber de sostener que están profundamente penetrados en la vida de los otros hombres, en la vida común”.
Paul Eluard.

Jorge Ozuna, uno de los personajes principales de la novela “Un Gato en el Acuario” de Carmen Victoria Muñoz, ‘había traficado con drogas en Miami, ganó dinero y se retiró al cabo de algunos años. Su socio y él eran independientes de cualquier otra organización y por eso pudo salirse antes de atarse para siempre’. (pag.13). Sin embargo, al fin del fallo, resulta implicado en un asesinato y termina convirtiéndose con su esposa en víctima de una terrible venganza ordenada por El Círculo, una siniestra y misteriosa organización criminal, que interrumpe bruscamente el curso de su destino, justamente cuando había decidido convertirse en un hombre de bien y disfrutar de su fortuna junto a su mujer y su hija de diecisiete años, en un elegante y exclusivo sector residencial de una tranquila ciudad del Caribe, “donde el sol desaparece dejando una estela de colores frente al mar” (Pag. 10).

Como quien dice, el hombre no pudo escapar de la trampa que le armó el destino, desde el momento mismo en que penetra en el mundo de espejismos del tráfico de alucinógenos, y, luego de quince años, queda literalmente atrapado en la fatalidad elegida por su propia voluntad.

Jean – Francois Fogel, periodista y escritor francés, especialista en asuntos hispanoamericanos, nos dice en su libro “El Testamento de Pablo Escobar”, además de otras cosas, lo siguiente: “Pablo Escobar no será nunca dueño de su destino porque es una figura pública made in USA que debe su fortuna y su poder a los consumidores estadounidenses de cocaína, a los banqueros y negociantes que comercian con él; y su notoriedad a los periodistas, procuradores, agentes federales y policías que lo denuncian, quienes tejen alrededor de él una trama de intereses que lo desborda”. (Obra citada pag. 51)... “Escobar deja atrás a sus rivales por haber comprendido que ascender, tanto en Colombia como en el resto de América, depende del dólar. Su negocio depende más de la colecta de billetes verdes que de la producción de polvo blanco” (pag. 52 ob. Cit.). “Estados Unidos dejó en manos de El Patrón ese producto made in USA de efectos devastadores, que él repartió en buena parte por los Andes y Colombia: el dinero fácil (pag.67 ob.cit.).

Refiriéndose a los antecedentes históricos de Colombia y a su pasado que cuenta en el siglo XIX con 63 guerras, miniguerras civiles y conflictos regionales, antes de una guerra civil inmensa, La Guerra de los Mil Días (1899 – 1902), que dejó cien mil muertes en un país que no debía contar con 4 millones de habitantes, seguido de algo peor: veinte años, de 1946 a 1966, designados como “La Violencia”. El autor francés nos plantea que “Escobar (o cualquier Escobar diría yo) tiene la edad de esta catástrofe. Se puede decir que es “un hijo de la violencia”. Y Colombia, en donde los conflictos y rivalidades sobreviven siempre después de los enfrentamientos políticos y de las luchas por el poder, sigue siendo un País de violencias cotidianas.

Carmen Victoria Muñoz, no por casualidad, enmarca la trama de su obra y de sus personajes en esta violencia de todos los días, en un país en crisis de todos los órdenes, donde se vive con miedo y se convive con el peligro, pero se aprende a vivir, a amar, a querer, a reír, a divertirse, con la misma facilidad que tuvieron Adán y Eva en el paraíso antes de atreverse a morder y mordisquear el fruto prohibido que se convirtiera a partir de entonces en la primera manzana de la discordia, que aún nos sigue acompañando.

Tampoco por casualidad, afirma el autor del libro sobre Pablo Escobar, citando a Esra Pound, que “los artistas son las antenas de la raza” y que esto no es nunca tan evidente como con los escritores latinoamericanos- en quienes se sustenta- que ven más lejos y profundizan más que los especialistas en ciencias humanas. Que sus novelas son el instrumento más potente que se haya forjado para estudiar el continente. Que los historiadores y sicólogos están menos bien equipados que los novelistas en un mundo en donde las representaciones del espíritu superan a los hechos materiales y en donde las peores desgracias se soportan como si fueran las señales de una lucha en curso entre ideas religiosas, políticas, mágicas y hasta patológicas, que terminarán por imponerse sobre los hechos; hasta el punto de sostener que “una broma más seria de lo que parece, pretende que si Kafka (el de La Metamorfosis) hubiera sido latinoamericano habría sido considerado un escritor costumbrista”.

En mi opinión, en la novela de Carmen Victoria, lo del gato y el acuario son una alegoría que simboliza a nuestra sociedad, en la que todos, o casi todos, somos como esos pececillos vulnerables, frágiles e indefensos que se mueven en aguas aparentemente mansas a merced de una mano fuerte y perversa, como la del capitán Gómez, el sicópata, que puede penetrar inesperadamente para sacarnos del acuario y arrojarnos a las fauces voraces e insaciables de un gato gordo, negro y enigmático que termine engulléndonos de una vez por todas.

“ La sumisión de cada uno a su destino sigue siendo una de las facetas más impenetrables de lo trágico latinoamericano... la seguridad es una pérdida de tiempo” (pag.134 de El Testamento de PE). Así lo demuestra el desenlace de la novela “Un Gato en el Acuario”. Samuel Ramírez, el exsocio de Jorge Osuna y antiguo amante de la bella Sara de Osuna, no pudo evitar dos tiros a quemarropa que le propinaron entre las diez y las once de la noche, según el médico legista que practicó el levantamiento, a pesar de sus estrictas medidas de seguridad. Para comprobarlo, nótese la descripción de Felo Montana, el detective privado contratado por Sara para investigar la supuesta desaparición de su marido, al llegar al edificio Chaljub al apartamento del abogado Tomás Bloom, donde se alojaba Ramírez desde hacía dos días, cuando había llegado a la ciudad: “ A la entrada del 502, había un individuo que no intentaba disimular el arma en el amplio bolsillo de su pantalón... Le dije que deseaba hablar con Samuel Ramírez. Me mostró los dientes y me contestó que el hombre no quería hablar con alguien como yo”. (pag.22).

A Jorge Osuna y a Sara, conscientes del peligro que los asechaba, cuando trataban de salir de la ciudad con el propósito de hacer lejos de ella, una nueva vida en otro lugar, los esperaba en la calle, al frente de su casa un hombre en una motocicleta grande. Felo Montana trató de prevenirlos. Ellos corrieron enloquecidos llamando a su hija Sandra de 17 años, que los rechazaba al enterarse de la realidad en que se hallaban envueltos. Desoyeron las advertencias del detective privado de la historia y, poco antes de llegar el Senador Durante, padre de Sara y del sargento Robles, “un muchacho se desprendió de uno de los arcos de laurel y enfiló una ametralladora contra ellos. La ráfaga los dobló y los lanzó contra la pared... poco después, el Senador, el detective y Lily Marín, la periodista amiga de Felo Montana condujeron a Sandra a una clínica, pues estaba en shock. El senador Durante, visiblemente desmoronado, anunció que no volvería a postularse para el próximo período... Luego, ya en su casa, Felo Montana recibió una extraña llamada, y desde el otro lado del teléfono una voz misteriosa, después de felicitarlo le advirtió: “Camine con mucho cuidado... No se tropiece...(!)”. La llamada se cortó sorpresivamente después de una risita y un silencio. (pag.93/95).

Graham Green, en su libro “Al Encuentro del General”, citado por Fogel en ‘El Testamento de Pablo Escobar’, hace notar, con una frase luminosa: “ En estos países, la política rara vez ha significado una simple alternancia entre partidos rivales en las elecciones; ha sido más bien una cuestión de vida o muerte”. (pag. 126/ El Testamento...)

Tanto en el libro de Carmen Victoria, cuanto en el polémico de Fogel, Samuel Ramírez, Jorge Osuna o Pablo Escobar, personifican una especie de revancha: “la posibilidad de ser algo distinto de un lejano deudor de Occidente; y hacen parte de ese “sueño de realización personal”... en el que “la ambición o hasta el simple deseo de sobrevivir se confunden tan frecuentemente con la persecución de los espejismos de la ciudad moderna, y resulta más equitativo describirlos como un grupo que llega a verificar cómo, a pesar de poseer medios por encima de lo común, nadie, jamás, en América Latina, llega al término de su viaje”, pues son producto de un continente signado por la pobreza, la violencia, la corrupción, la debilidad estatal y el fatalismo de su gente. No sin razón el autor acude a Alejo Carpentier para decirnos que “Los nuevos mundos deben ser vividos más que explicados” (pág.17) y a un personaje de García Márquez para recordarnos que para los europeos (y norteamericanos) “América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver”. (pág.9).

Pero debo volver, para terminar, a la obra de Carmen Victoria Muñoz. En una nota para El Universal Dominical del 22 de octubre de 1989, a propósito de su libro de cuentos “Quien no ha besado a Teresa?” decíamos de ella lo siguiente: “En sus relatos, Carmen Victoria, logra captar la atención, atrapar al lector. Mantiene vivo el interés, la expectativa. No obstante, desconcierta a veces por el tratamiento detectivesco, casi policíaco de la trama , que va urdiendo hábilmente, hasta dejarlo a uno literalmente intrigado, colgado de la brocha o perdido en una selva de interrogantes” y planteábamos preguntas difíciles de contestar.

Con su nueva novela “Un Gato en el Acuario” me atrevo a decir que estas aseveraciones se confirman. Pero aún más, hoy me aventuro a reafirmar con convicción, que ha entrado de lleno y sin retorno al género detectivesco y policíaco, pues, "Un Gato en el Acuario" es eso: una novela detectivesca. Sin embargo, esta vez no voy a formular interrogantes... que son muchos; que los formule el lector., y que el mismo lector, trate de resolver con acierto ese crucigrama de enigmas policíacos y sentimentales, en el que no podía faltar un doble triángulo amoroso; un periodista, un policía y un político...

Y, desde luego, una excelente escritora, para sustentar la contundente opinión de Paul Eluard, de que “Ha llegado el tiempo en que todos los poetas tienen el derecho y el deber de sostener que están profundamente penetrados en la vida de los otros hombres, en la vida común”.
Chinú, enero 25 de 1997.

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