jueves, 11 de julio de 2019

¿QUIÉN NO HA BESADO A TERESA? - LIBRO DE CARMEN VICTORIA MUÑOZ...UNA MONTERIANA CON MADERA DE ESCRITORA - EL UNIVERSAL DOMINICAL - Cartagena, domingo 22 de octubre de 1989



¿QUIÉN NO HA BESADO A TERESA… ?  :
LIBRO DE CARMEN VICTORIA MUÑOZ, UNA MONTERIANA CON MADERA DE ESCRITORA (!).

Por RÚBER BURGOS ALVIS

Carmen Victoria Muñoz, una monteriana pizpireta de lindos ojos verdes, mirada zigzagueante y una   
sonrisa coqueta, que la hace más atractiva y seductora, acaba de cometer el atrevimiento de publicar su primer libro, auspiciado por la Alcaldía del Distrito Turístico de Cartagena, y que entra a hacer parte de la colección Ediciones en Tono Menor de la Fundación Cultural Héctor Rojas Herazo.



Es un texto de 52 páginas, impreso en Editorial Lealón de Medellín-Colombia, y en él se recogen siete de sus mejores cuentos literarios. Uno de ellos le da el nombre: ¿Quién no ha besado a Teresa?.

Ya había tenido la oportunidad de escuchar la lectura de algunos, de viva voz de su autora, en una jornada cultural, con ocasión de las Bodas de Plata del Colegio San Francisco de Asís, en Chinú-Córdoba, donde se dieron cita, entre otros, el poeta y escritor José Ramón Mercado y el Maestro Germán Vargas Cantillo.

Este último, al responder una pregunta, hizo un símil entre Virginia Wolf y Carmen Victoria – me refiero a la técnica empleada-  pues, en la mayoría de sus cuentos, el narrador es de sexo masculino; mostrando así una gran facilidad en el manejo de sus  personajes, con los que logra transmutarse completamente. Ella dice que ésta es una tarea difícil…!

En la narración que da nombre a la obra hallamos a Teresa, una muchacha atrevida, descomplicada, ingenua, poseída de una perversidad inocente, que repartía besos a diestra y siniestra a cambio de una montada en bicicleta; pero, que,  sin embargo hacía estallar de lujuria a sus inexpertos pretendientes, detonar el amor y descubrir la verdad de la vida, al rozarle su cuerpo, oprimirle los senos y apretar sus caderas. Un divertido juego de inocente locura, de agradable y excitante sabor erótico sensual. El despertar del sexo, del instinto salvaje, de ese troglodita voraz que subyace dormido en nuestra sangre.

En sus relatos, Carmen Victoria logra captar la atención, atrapar al lector. Mantiene vivo el interés, la expectativa. No obstante, desconcierta a veces por el tratamiento detectivesco, casi policíaco de la trama, que va urdiendo hábilmente, hasta dejarlo a uno literalmente intrigado; colgado de la brocha o perdido en una selva de interrogantes: ¿Quién es Zadig… ese que sólo come flores?. Por qué se ocultaba…, quiénes y por qué lo mataron… al amante misterioso que le regaló el gatito a la narradora de: ¿Cómo decirle a Goliat?. ¿Será literatura de lo absurdo… Surrealismo?.

En el texto “Me gustó el sabor de su Sangre” hace gala de maestría en el manejo de la acción y los detalles de la descripción. Aquí logra transfigurarse, penetrarse y compenetrarse en la sicología de una pareja de roedores enamorados que viven la aventura de amarse a hurtadillas, desafiando el acoso y la implacable persecución de la aterrorizada dueña de la casa.

Deja traslucir también una especie de goce cruel; de sadismo –por decirlo mejor—que experimenta la hembra del ratón, luego del trágico desenlace de la muerte por envenenamiento de su macho querido, al fraguar la venganza después de llorar tristemente.

Para que se note mejor, debo decirlo con sus propias palabras: “A media mañana bajé con cautela. Ella cantaba y le quitaba el polvo a una estatuilla de bronce… Cuando me vio era demasiado tarde. Salté a su cuello y hundí mis dientes hasta que sentí brotar la sangre,  tibia y salobre. Los intentos de matarme arreciaron”.

Y después: “Pude sobrevivir. Al cabo de un tiempo ella volvió a reir y me puse furiosa… Salí y le mostré los dientes… hasta que sus nervios explotaron y el hombre decidió que debían mudarse para que ella no enloqueciera… Ahora… salgo cada noche a explorar las casas de la ciudad, y no descansaré hasta cuando encuentre a la mujer del cabello oscuro y vuelva a hundir mis dientes en la carne suave de su garganta… Me gustó el sabor de su sangre”.

La verdad es que nos encontramos ante una narradora de nuevo estilo. De un estilo muy particular. Muy propio: Carmen Victoria Muñoz. A quién, después de haberla leído, como dice el título de uno de sus fluidos cuentos: Seremos “Muchos para Amarla”, porque… tiene madera de escritora! .

Pero, si usted, amigo lector, quiere experimentar el exquisito sabor de la sangre de la exótica mujer del cabello oscuro, le aconsejo que adquiera el libro y lo lea con fruición… No sea tacaño! .


Publicado en la sección Libros de El Universal Dominical, Cartagena, domingo 22 de octubre de 1989.

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