domingo, 28 de agosto de 2011

EL SABIO CATALÁN Y LA OBRA DE UN POETA CORDOBÉS

RAMÓN VINYES
“EL SABIO CATALÁN”
Y LA OBRA DE UN POETA CORDOBES
Por RUBER BURGOS ALVIS

Aspiramos sostener esta columna hasta que la voluntad, circunstancias y lectores lo permitan.

Su orientación, criterio y características serán eminentemente democráticos. Invariablemente estaremos dispuestos a conservar nuestra autonomía por encima de cualquier consideración, procurando dar siempre en el blanco.

Los temas a tratar serán sobre literatura, política, arte, sociología, economía y asuntos diversos.

Hoy, para inaugurar, abordaremos un aspecto relacionado con la literatura y el periodismo costeño. Se trata de un personaje que en las páginas finales de “Cien Años de Soledad” aparece como “el sabio catalán”. Seguramente todos los que han leído la portentosa novela de García Márquez lo recuerdan. Ejerció su magisterio cultural en Barranquilla. El éxito de “Cien Años de Soledad” le restituyó la gloria que quizás no hubiera existido sin esa novela, o que hubiera sido simplemente un reconocimiento frío entre un limitado grupo de estudiosos de la literatura.

Según su biógrafo Pere Elies Busqueta fue en 1913 cuando viajó por primera vez a Colombia. Tenía entonces 31 años. Había salido de Barcelona en mayo y llegado a Puerto Colombia el 16 de junio. Se casó el 20 de marzo de 1922 con la barranquillera María Salazar y viajó entonces con ella a Barcelona, regresando a Barranquilla a fines de 1923. En ese período acaece el incendio de la librería que fundó en unión del catalán Javier Auqué Masdeu, asociándose con ellos más tarde el también catalán Pablo Vilá.

En 1917 había aparecido la revista “Voces”, animada por Vinyes, aunque éste nunca figuró como director.

Al regresar a Colombia, ya sin los recursos de la librería, Vinyes se dedicó al periodismo y fue colaborador del diario barranquiller La Nación, que dirigía el periodista Pedro Pastor Consuegra. Parece que fue un editorialista beligerante en pro de ideas progresistas. Alternó el periodismo con la literatura ylas cátedras en un colegio oficial de bachillerato. Colaboró con la revista “Universidad” dirigida por Germán Arciniegas, con e vespertino “El Mundo”, el semanario “Crónica”, dedicándose de lleno a su columna “Reloj de Torre” en el Heraldo.

También colaboró en aventuras periodísticas del llamado “Grupo de Barranquilla”.

Fue tanto su vigor ideológico y tanta su virulencia en su trabajo de periodista, que se le aplicó una medida de expulsión, teniendo que regresar intempestivamente a Barcelona en la primavera de 1925, iniciando así una estancia de cuatro años y medio en Cataluña, donde estrenó varias obras teatrales, alcanzando notables triunfos en 1929 con Qui no es amb mi (Quien no está conmigo) y Paters Bar.

En una entrevista concedida en 1929 a Augusto Toledo se refirió discretamente a su compromiso nacionalista e ideológico. En el momento de las definiciones imprescindibles durante la guerra civil española se definió plenamente escogiendo el bando de la libertad.

Regresó nuevamente el 27 de noviembre de 1929, pero al enterarse de la renuncia de Alfonso XIII y de la instauración de la República Española, ocurrida en abril de 1931, Vinyes decidió regresar sin demora a su tierra, a participar, evidentemente, en el combate político por el progreso y por Cataluña.

La guerra civil y la derrota de los ejércitos republicanos lo obligaron a expatriarse otra vez.

Salió de Barcelona, y bajo la amenaza apremiante de las tropas fascistas del franquismo el 24 de febrero de 1939 y luego de pasar la frontera francesa de Le Boulou y Toulouse lo sorprendió en París el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

El 3 de febrero de 1940 viaja hasta el Puerto de Le Havre, logrando embarcarse el día 16 en el San Diego de la Compaine Generale Trasatlantique, hacia Barranquilla, donde llega el 26 de febrero de 1940, teniendo una estancia de más de 10 años, hasta el regreso definitivo a su patria, emprendido el 15 de abril de 1950, sufriendo su primera crisis cardíaca casa de su hermano José, a fines de julio de 1950, muriendo tras sucesivas crisis el 5 de mayo de 1952, en horas de la tarde, tres días antes de cumplir los setenta años.

No sin razón Gabriel García Márquez lo inmortalizó en una nota periodística aparecida en la columna Día a Día, en EL ESPECTADOR del 31 de diciembre de 1954 titulada “El Viejo que había leído todos los libros”. Tal era su gratitud por él, que no podía olvidarse de la ocasión hacia 1950 en que Don Ramón Vinyes, Alvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas le remitieron por correo nacional un paquete con libros a la lejana población de Sucre-Succre, cuando se hallaba enfermo en esa inhóspita región. Así conoció al hoy nobel de literatura a Faulkner, Virginia Woolf, John Dos Passos, Ernest Hemingway, John Stennbeck, Erskine Caldwell, Aldous Huxley y otros tantos que contribuyeron en su formación literaria.

Pero esto no bastaba para saldar una vieja deuda y terminó por universalisarlo en Cien Años de Soledad, de cuyo texto transcribimos:

“Era el final. En la tumba de Pilar Ternera, entre salmos y abalorios de putas, se pudrían los escombros del pasado, los pocos que quedaban después de que el sabio catalán remató la librería y regresó a la aldea mediterránea donde había nacido, derrotado por la nostalgia de una primavera tenaz... Estuvo media vida en la calurosa trastienda, garrapateando su escritura preciosista en tinta violeta y en hojas que arrancaba de cuadernos escolares, sin que nadie supiera a ciencia cierta qué era lo que escribía”.

Este personaje, de tan vasta trascendencia en la literatura universal y el periodismo, tan es así que figuraba desde 1924 en la Enciclopedia Espasa, se tomó la molestia de comentar en su columna periodística aparecida en EL HERALDO con fecha 5-XI-1940, reproducida en la revista dominical del mismo el 28 de junio de 1987, el libro de poemas “ORO DE GUACA” del autor cordobés, nacido en Chinú, Luis Felipe Pineda, definido por Rafael Maya como: “Poeta americano a secas, con olor de monte y morbidez de cáscara madura”.

Post Scriptum

Esperamos que la Junta Regional de Cultura, presidida por el poeta José Manuel Vergara, y la Unión Nacional de Escritores (UNE) Capítulo de Córdoba reediten la obra “Oro de Guaca”, dentro de las tareas a realizar, materializando así una vieja disposición de la Asamblea Departamental en la Ordenanza 91 de 1959, cuya financiación está prevista en la también Ordenanza número 03 de 1965 que establece la creación de la Biblioteca de Autores Cordobeses.

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